Esas personas que cambian nuestra perspectiva son como los héroes de la vida real. A veces se trata de figuras públicas (deportistas, artistas, emprendedores), pero la mayoría son personas que están a nuestro alrededor y nos dan un gran regalo: la capacidad de transformar el dolor en aprendizaje. Sin embargo, hay días en que estamos tan abrumados con los problemas que nos cuesta trabajo reconocerlos.
Nos conectan con el mundo. En momentos de pérdida mucha gente se siente sola. Sin embargo, el simple hecho de saber que otras personas pasaron por el mismo camino y lograron superarlo puede hacernos sentir acompañados. Cuando realmente estamos buscando esperanza, la vida nos envía historias, figuras y ejemplos muy sutiles. Si en tu día a día no encuentras esas respuestas, tal vez lo que necesitas es salir de tu rutina y buscar otro tipo de conexiones. Las causas solidarias, los albergues para niños en situación de desamparo o los grupos de ayuda suelen provocar un cambio de perspectiva. Uno llega ahí pensando que va a ayudar a los demás, pero en realidad, los demás terminan por rescatarnos y mostrarnos exactamente lo que necesitamos ver.
Espacios de reconocimiento. Hay veces en que ni siquiera necesitamos salir de nuestro círculo, lo que ocurre es que no estamos conectados con el valor que tenemos dentro de un sistema de relaciones. A veces estamos esperando ser reconocidos por los demás pero no creamos los momentos para que eso ocurra. El primer paso para lograrlo es tan obvio como hacer una pausa, quedarse quieto y escuchar lo que los demás tienen que decirnos. Tal vez sólo se trata de comprender cómo funciona el ciclo del reconocimiento. Uno cosecha lo que siembra, pero los frutos no siempre llegan en el tiempo, la forma o con la persona que uno espera. Construir los espacios de reconocimiento es una tarea diaria, y a veces éste llega a través de mensajeros insospechados.
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